jueves, 22 de agosto de 2013

Censura y Literatura

¿CENSURA EN LA LITERATURA INFANTIL?

Desde que  la Tierra dejó de ser sólo el hábitat geográfico de la estirpe humana, para convertirse en “mundo, aparecen  con ello, diferentes concepciones y patrones  que buscan modelar el comportamiento  de las personas y orientarlo hacia el concepto del bien común y los valores  que preserven la “identidad de la sociedad”. Sin embargo, el hacer diario se ha encargado de mostrarnos innumerables ejemplos en la historia, que dan cuenta de factores  que tienen una profunda implicancia en  los paradigmas  sociales. Como por ejemplo, la experiencia individual y colectiva de los sujetos; sus creencias, sus códigos  afectivos internos, sus concepciones de mundo, su capacidad de sociabilizar, pero, especialmente su capacidad para crear y expresar.

Crean los niños y también crean los adultos. Los primeros, de manera espontánea, de acuerdo a su propia lógica e imaginación, en donde las leyes y las dimensiones de realidad se mezclan sin problemas. Los segundos, en cambio, mediatizados por los sistemas formales de educación y, por el arraigado concepto  que se asignan, de mediador y tutor de los más pequeños. Y desde esta perspectiva  asumen las distintas dimensiones del quehacer humano. Uno de ellos, la lectura.

¿Qué deben leer los niños?, ¿qué es conveniente para su edad?. Preguntas como éstas han estado presentes desde el origen hasta el nacimiento de la instrucción formalizada. Si recorremos nuestros antecedentes, desde las tribus originarias, un adulto, investido de autoridad, determina lo que necesita saber un niño y un joven para su vida. Más adelante, se mantiene este modelo en los padres o tutores de familia y se extiende incluso hasta las instituciones de toda índole, especialmente en  las educativas.

En general, como humanos adultos nos hemos olvidado de  que existe una distancia abismante en las aristas que componen las distintas dimensiones de la realidad. Imponemos, determinamos y juzgamos de acuerdo a nuestro particular punto de vista, muchas veces sesgado por concepciones históricas y culturales.

En lo que respecta a la literatura, el panorama no suele ser distinto a lo descrito. De acuerdo a lo señalado por  Jorge Larrosa “ Todo relato, toda ficción puede leerse desde  el supuesto de que contiene una enseñanza, aunque la enseñanza que presuntamente se derive de su lectura no agota todas las dimensiones de la obra” ( Pedagogía Profana: Buenos Aires, Ediciones educativas,2000). Con esto se quiere señalar que no siempre son coincidentes el propósito educativo que se quiere descubrir en la obra, con la interpretación que realiza el lector y la creación artística que ha querido entregar el autor. Como postulaban los Creacionistas, el arte debe ser una creación en sí mismo y no debe obedecer a finalidades determinadas. Por lo tanto, la obra literaria es una creación en sí misma y no para otros.

Por otro lado, la obra no debe concebirse desvinculada de su contexto de producción, ni descontextualizada del contexto de recepción. Y por eso mismo es muy complejo asignarle a una determinada obra literaria el calificativo de “moralmente adecuada para la enseñanza”. Gianni Rodari , establece una diferencia entre el ”niño” y el “niño alumno”(La imaginación. En Revista Perspectiva escolar, N°43),lo que lleva a concluir que no siempre el modelo de alumno-lector corresponde al de niño-lector. Es moralmente bueno formar en valores, pero igualmente importante es dar opciones para que el niño, desarrolle intuitivamente  las dimensiones de su proceso de crecimiento que configuran el sí mismo, el otro y los otros. ¿Censurar la literatura?. Creo que  es fundamental preparar a los niños con herramientas cognitivas que no anulen su dimensión intuitiva, emocional e incluso mágica. Así, tal vez, tendremos más lectores que disfruten de los textos, pero que también sean capaces de proponer una postura frente a lo que leen.







lunes, 12 de agosto de 2013

Magia y Realidad en la literatura Infantil

MAGIA Y REALIDAD, EN LA LITERATURA INFANTIL.

Al abordar  el tema  de la  literatura infantil, desde una perspectiva más  conceptual, dejando de lado las impresiones y vivencias  personales, implica necesariamente llegar a lo que señala Joel Franz Rosell, en el sentido de que  “ Existe un impreciso concepto de literatura infantil. Se la entiende igual a  libros infantiles”. Quizás por un sentido malamente pragmático.
El concepto de literatura infantil  a través del tiempo ha  enfrentado distintos enfoques,  conforme a las necesidades del medio y según las influencias del contexto  inmediato  e histórico de los agentes involucrados en el proceso de creación, difusión y recepción.

Ver, escuchar y leer son habilidades que necesitamos desarrollar en el contexto del desarrollo del hábito lector y de las competencias comunicativas. Los seres humanos respondemos a los estímulos y fijamos muchos aprendizajes por repetición. Por lo tanto, si en el círculo familiar de los niños es frecuente el que “se cuenten o lean historias”, fomenta con ello no sólo el desarrollo de la imaginación, sino el desarrollo del lenguaje, porque los niños preguntan e incluso pueden crear sus propias historias, revestidas, por qué no decirlo  de  un contenido valórico y ejemplarizador. A través del lenguaje de sus historias dan cuenta de su identidad no sólo personal, sino también social e histórica.

 Al hablar de lenguaje, no sólo me refiero al referente oral y escrito de la narrativa, sino que también debo mencionar el lenguaje no verbal kinésico y proxémico .Con  las “primeras teatralizaciones” y juegos de roles de nuestra infancia, damos lugar a la incipiente dramática, que posteriormente recibiremos formalizada en la escolaridad.

Si bien, escribir literatura infantil es una tarea tan difícil como fascinante, porque conlleva el traer al mundo cotidiano la fantasía y transgresiones de la lógica causal de una primera etapa infantil, que a los ojos de  ellos resulta natural, es igualmente difícil, en nuestros días hablar de libros para niños. ¿Qué textos consideramos bajo esta denominación? Y ¿qué criterios se aplican para establecer que un libro es apropiado para los niños?. Nuevamente, apuntamos a un elemento esencial: el entorno familiar cercano a niños y jóvenes.

Y en este punto, creo pertinente establecer una especie de analogía en la situación que se da entre los agentes parentales, encargados de despertar el apego de los momentos iniciales y la relación mágica que se estableció cuando nuestros antepasados despiertan al mundo, se asombran, se maravillan y surgen las primeras explicaciones mitológicas que iniciarán el camino de lo que hoy llamamos literatura infantil.



lunes, 5 de agosto de 2013

"Qué es la literatura Infantil"

¿QUÉ ES LA LITERATURA INFANTIL?

Había una vez… y vivieron felices para siempre”. Quién no ha evocado en más de alguna ocasión   estas expresiones al recordar las historias que nos contaban de niños o que leímos en aquellos maravillosos libros que poblaron de imágenes y colores nuestra imaginación.

Al hablar de Literatura Infantil, la mayoría podríamos coincidir en que se trata de historias para niños. Sin embargo, dichas historias son creadas por adultos. ¿Es posible que un adulto entienda cómo funciona la imaginación de los niños?, ¿Qué hace que un libro se clasifique como literatura infantil?, ¿Los autores que escriben literatura infantil, tienen  que ser un poco niños?.Tales interrogantes, que me surgieron como mediadora en la lectura, me plantearon en su momento, una dicotomía aparentemente insoluble. Sin embargo, con el tiempo se fue disipando, por una razón simple: todos hemos vivido la niñez. Y por lo tanto queda una impronta personal que sólo necesita reactivarse para traer a la luz experiencias que nos resultan nostálgicas, o que, en caso de no ser gratas, podemos transformar en nuestra imaginación. Y también hemos escuchado decir en el habla coloquial que “los viejos vuelven a ser niños”, porque recuerdan con nitidez los episodios de sus primeros años. En tal sentido, muchos hemos tenido la suerte de haber recibido de nuestros abuelos o de nuestros padres, las primeras historias que nos iniciaron en el camino lector.

En el contexto del desarrollo del hábito lector, indudablemente que el entorno inmediato de los primeros años me resultó vital. Porque en el círculo familiar, resultan imborrables los recuerdos de las historias que nos contaba mamá o los  juegos de representaciones con vestuario. Entonces el escenario se poblaba de seres mágicos, alegres, folclóricos o de terror.

Si comparo el escenario para los niños de hoy, diré que es asombroso, no sólo porque se les reconoce su importancia como futuros ciudadanos comunicantes, sino además, por la gran cantidad de opciones y material de lectura que encuentran en el mercado y en los colegios. Junto a ello, las hermosas ilustraciones, libros lúdicos, audiolibros y redes sociales, por mencionar algunos.

Pues bien, mi experiencia de lectura infantil fue positiva, porque siempre hubo alguien que me leyó o que me contó historias .Luego, empecé a crear las mías. Y también fui disfrutando con las invenciones de otros. Recuerdo haber reído hasta las lágrimas con “Papelucho y el marciano” y también haber  llorado de emoción con “El Principito”.

Y como mediadora creo que hay libros para todos. Lo importante es tener claro que para una buena recepción de ellos, necesitamos algunos  ingredientes: voluntad, motivación, disciplina y cariño.





sábado, 3 de agosto de 2013

Presentación blog "El alma de las letras"

Estimados amigos en la aventura de leer. Quiero compartir con ustedes mis experiencias y parecer en este maravilloso mundo que nos entregan los libros. Tenemos como educadores el tremendo desafío de reencantar a nuestras generaciones de niños y jóvenes con la lectura. No sólo en el ámbito de la literatura, sino en las competencias lingüísticas de la vida diaria.
Una palabra  no sólo puede transformar vidas o mundos, sino también dejar huellas de una historia.
Acompáñame en esta tarea. Soy una Profesora de Castellano y Filosofía , mi nombre Carmen Opazo Donoso, docente de Enseñanza media del Colegio Amalia Errázuriz, de Ovalle, con post título en Psicopedagogía, cursos de dirección teatral, PSU y distintos perfeccionamientos en el área de la educación y del Lenguaje.