MAGIA
Y REALIDAD, EN LA LITERATURA INFANTIL.
Al
abordar el tema de la
literatura infantil, desde una perspectiva más conceptual, dejando de lado las impresiones y
vivencias personales, implica
necesariamente llegar a lo que señala Joel Franz Rosell, en el sentido de que “ Existe un impreciso concepto de literatura
infantil. Se la entiende igual a libros infantiles”.
Quizás por un sentido malamente pragmático.
El
concepto de literatura infantil a través
del tiempo ha enfrentado distintos
enfoques, conforme a las necesidades del
medio y según las influencias del contexto
inmediato e histórico de los
agentes involucrados en el proceso de creación, difusión y recepción.
Ver,
escuchar y leer son habilidades que necesitamos desarrollar en el contexto del
desarrollo del hábito lector y de las competencias comunicativas. Los seres
humanos respondemos a los estímulos y fijamos muchos aprendizajes por
repetición. Por lo tanto, si en el círculo familiar de los niños es frecuente
el que “se cuenten o lean historias”, fomenta con ello no sólo el desarrollo de
la imaginación, sino el desarrollo del lenguaje, porque los niños preguntan e
incluso pueden crear sus propias historias, revestidas, por qué no decirlo de un
contenido valórico y ejemplarizador. A través del lenguaje de sus historias dan
cuenta de su identidad no sólo personal, sino también social e histórica.
Al hablar de lenguaje, no sólo me refiero al
referente oral y escrito de la narrativa, sino que también debo mencionar el
lenguaje no verbal kinésico y proxémico .Con
las “primeras teatralizaciones” y juegos de roles de nuestra infancia,
damos lugar a la incipiente dramática, que posteriormente recibiremos
formalizada en la escolaridad.
Si
bien, escribir literatura infantil es una tarea tan difícil como fascinante,
porque conlleva el traer al mundo cotidiano la fantasía y transgresiones de la
lógica causal de una primera etapa infantil, que a los ojos de ellos resulta natural, es igualmente difícil,
en nuestros días hablar de libros para niños. ¿Qué textos consideramos bajo
esta denominación? Y ¿qué criterios se aplican para establecer que un libro es
apropiado para los niños?. Nuevamente, apuntamos a un elemento esencial: el
entorno familiar cercano a niños y jóvenes.
Y en
este punto, creo pertinente establecer una especie de analogía en la situación
que se da entre los agentes parentales, encargados de despertar el apego de los
momentos iniciales y la relación mágica que se estableció cuando nuestros
antepasados despiertan al mundo, se asombran, se maravillan y surgen las
primeras explicaciones mitológicas que iniciarán el camino de lo que hoy
llamamos literatura infantil.
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